lunes, 12 de octubre de 2009

Crónica

La Máquina del tiempo del Táchira
La entrada de la antigua Hacienda Paramillo es el boleto de entrada a la máquina del tiempo del Estado Táchira, el Museo del Táchira instalado en la parte alta de la ciudad en esta vivienda de la época colonial ofrece en 17 salas un recorrido por los orígenes primitivos de los tachirenses.
El recorrido comienza millones de años atrás con los descubrimientos prehistóricos en nuestro Estado y con tan solo unos pasos adelante podremos apreciar las costumbres de los aborígenes tachirenses desde sus primeras agrupaciones sociales, en este punto y a través de 4 salas dedicadas a nuestros antepasados conoceremos desde sus costumbres fúnebres hasta los objetos que usaban en su día a día.
Otra puerta de la máquina del tiempo nos lleva a los orígenes de este tesoro de nuestra cultura, la historia de una hacienda adquirida por el gobierno en 1977 para disponer allí el Museo de Táchira cuya primera sede se instaló en Barrio Obrero hasta 1984 cuando pasó a su actual ubicación, la cual conserva la esencia colonial con un molino de agua y el gran patio principal hecho de piedras que se puede observar por las ventanas de las salas de exposición.
Otros pasos adelante nos llevan a la época colonial del Táchira, donde el modernismo comienza a hacerse presente con objetos cercanos de los que usamos en la actualidad, menos estilizados y de diseño poco elaborado, adornado con fotografías en blanco y negro y con un penetrante aroma de antigüedad estas salas nos dan luces de las influencias de la colonización en cada uno de los elementos en exposición.
La última parte de este viaje nos lleva a las tradiciones artesanales del Estado Táchira, tradiciones que demuestran la verdadera idiosincrasia del tachirense, obras en madera, barro e inclusive medicina autóctona se presentan como atractivo de nuestra cultura.
Fuera del contexto de la Hacienda Paramillo, por falta de espacio y con mucho más que mostrar unos pasos más adelante nos traen al presente, las últimas salas de exposición del museo del Táchira en una construcción integra para el Museo de Ciencias Naturales, 4 salas que enseñan desde la explotación minera de nuestro país hasta especies animales disecados propios de nuestro Estado.
El fin del viaje supone una última visita, aquella sala provisional dedicada a la producción artesanal de los indígenas venezolanos, llena de colores que representan la naturaleza venezolana en cada uno de los objetos en exposición.
Sin duda alguna el viaje en la máquina del tiempo por el Táchira resulta un enorme patrimonio que tenemos al alcance, 17 salas que envuelven cada una de las tradiciones y la cultura tachirense a lo largo de la historia de la humanidad que da gusto recorrer en varios pasos.
Molino de agua de la Hacienda Paramillo. Foto: Freddy Monsalve
Piedra tallada por los aborígenes tachirenses. Foto: Freddy Monsalve

crónica

El Táchira en una casa

Eran casi las 11 de la mañana cuando comenzó una visita guiada por aquel lugar, que entre paredes gruesas típicas de una casa colonial andina y un techo de tejas envejecidas soportado por robustas vigas de madera tratada, guarda los secretos más únicos, especiales y también desconocidos del estado Táchira.
Esta casa, sede de una institución dedicada a la cultura tachirense, llamada Museo del Táchira, está ubicada en la avenida Universidad, del sector Paramillo que se encuentra en la parte alta de la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado Táchira.

La primera de las salas de este museo, explica el proceso evolutivo de la raza humana y hace referencia a los primeros pobladores que se radicaron en lo que hoy en día es territorio tachirense, y se muestran algunos hallazgos arqueológicos de estos primeros habitantes.
En la sala contigua, continúa la muestra de hallazgos pertenecientes a estor primeros habitantes, y aunque están en exhibición collares, instrumentos de uso diario como piedras en forma de primitivas chuchillas, petroglifos y vasijas para almacenar alimentos, llama la atención que los hallazgos más comunes, o por lo menos, que más se ven en estas primeras salas sean las vasijas funerarias.
Sin embargo, y por el énfasis que hace el museo en estas vasijas, es necesario explicar que representan la fase final del proceso funerario de estas primeras sociedades tachirenses, que conmemoraban a sus muertos con tres ceremonias a lo largo de dos años. Luego de enterrar a un difunto envuelto generalmente en cueros animales, era desenterrado al año y sus restos óseos se acomodaban en una posición diferente y volvían a enterrarse pero a menor profundidad, para luego de un año más, desenterrarlo nuevamente y colocar los huesos en una vasija como las que se muestran en el museo, siendo este el paso final del sepulcro.
A partir de la tercera sala, es curioso como la influencia del nuevo mundo comienza a notarse en los hallazgos indígenas, pues las vasijas y otros objetos correspondientes al periodo precolombino se muestran como artículos de barro muy simples, mientras que luego de la llegada de los españoles a estas tierras, comienzan a adornarse y a fabricarse con nuevos materiales, tales como el vidrio o la cerámica.
Luego de dejar en evidencia al menos 15 expediciones arqueológicas en tierras tachirenses, dedicadas a las sociedades indígenas de estas tierras, fue hora de conocer el ala izquierda del museo, correspondiente a objetos y piezas de la época colonial y de antaño del Táchira.
En esta parte, se muestran todos los artículos con los que contaba la sociedad tachirense luego de la llegada de la civilización. Vestidos, zapatos, harapos, herramientas, vajillas de plata, y una gran cantidad de instrumentos correspondientes a la cotidianidad de aquellos años engalanan esta zona del museo, que con iluminación natural proveniente de ventanas de antaño y un polvillo que invade el ambiente incitando incluso a toser, transportan a quienes visitan este lugar a los años dueños de las piezas aquí exhibidas.
Siguiendo por el corredor de la época colonial, se llega a un espacio dedicado al quehacer pueblerino actual del estado Táchira. Vasijas de barro, artículos de cuero, modelos de alambiques y el proceso de creación del “chimó” se muestran en este lugar, que antecede a la parte del museo dedicada a las ciencias naturales.
Esta sección del museo comienza con imágenes astronómicas y artilugios para la investigación del espacio exterior, y continúa con la muestra de elementos propios de la tierra, dejando en evidencia la parte geofísica del estado Táchira, explicándose aquí los tipos de rocas más comunes en el estado y los minerales que se explotan en este rincón de Venezuela.

La sala siguiente, si bien es muy educativa puede resultar impresionante, pues cuenta con una muestra de al menos treinta especies animales autóctonas del Táchira, todas estas disecadas. Monos, distintas especies de osos como el hormiguero o el frontino se exhiben en esta ala del museo, acompañados por felinos como el popular cunaguaro, que en una posición extraña pareciera resguardar esta parte del museo.
Finalmente se encuentra una exposición temporal dedicada a las etnias indígenas venezolanas, que para la fecha tiene 22 días mostrándose al público y es con esta que se completan las 17 salas de este espacio cultural y sumamente educativo dedicado al Táchira, que como puede verse, no solo estudia la parte colonial, artística o indígena de estas tierras, sino que toma en cuenta todos los aspectos que en ellas se encuentran, exhibiendo con orgullo insectos, plantas animales y rocas que se encontraban mucho antes que cualquier humano en esta región.

Juan Luis Figueroa

Foto1: Patio interno del museo del Táchira. foto: Juan Figueroa
Foto2: Animal disecado en el museo del Táchira. foto: Juan Figueroa

jueves, 8 de octubre de 2009

Entrevista de personalidad

María Martín
Una Simple idea pensando en la naturaleza
Las ideas innovadoras no surgen todos los días y las personas conscientes para desarrollar estas ideas mucho menos, es por ello que cuando alguien brillante pone en manifiesto sus cualidades en sus verdaderos intereses y pasiones pueden surgir hechos realmente atractivos.
¿Cómo es posible relacionar nuestros intereses y nuestra vocación con una idea innovadora que pueda sembrar precedentes entre tantas acciones trilladas con respecto al reciclaje?, eso debemos preguntarle a María Martín, estudiante de arquitectura de la Universidad Nacional Experimental del Táchira quien junto a su amiga y compañera Luz Angie Ruíz idearon el proyecto “Acacia Recicla”, una iniciativa que comenzó como un proyecto comunitario y que trascendió más allá de una comunidad.
María, quien demuestra un notable amor por la naturaleza y su entorno, explica como un proyecto comunitario y de iniciativa propia ha tenido enorme receptividad en aquellos con sentido de preocupación por el medio ambiente, a tal punto que “Acacia Recicla” resultó ganador en la categoría de Desarrollo Sustentable del Premio Ideas, premio destinado a la divulgación de proyectos en diferentes categorías de las ideas innovadoras gestadas dentro de la Universidad.
Fue gracias a la materia Arquitectura y Construcción Sostenible y a la motivación del profesor Gabriel Chacón que María y Luz decidieron presentar “Acacia Recicla” en el Premio Ideas, logrando así alcanzar el patrocinio de la Universidad y la oportunidad de presentar a nivel Nacional su idea en el Premio Eureka, haciendo cada vez más grande y conocida esta cadena de reciclaje dentro de su comunidad.
La motivación de este proyecto se basa en la recolección de papel y cartón que pueden ser cambiados por artículos referentes al proyecto como calcomanías, franelas o bolsas para mercado realizadas de manera artesanal en los puntos de mayor concurrencia de la comunidad, generando así una retroalimentación entre la idea y el reciclaje de los habitantes.
Es así como María, humilde a pesar de ganar el enorme placer de presentar su idea básica en diferentes lugares de San Cristóbal y muy pronto a nivel Nacional, explica con gran emoción cada una de las “aventuras” que ha supuesto este proyecto que cada vez se convierte en algo más mediático.
TODO EN 20 MINUTOS
Es cierto que muchas veces la vida entera no basta para conocer a una persona, también es cierto el hecho basta un momento para cambiar la vida de una persona, así le sucedió a María Martín, una amante de la naturaleza y entregada estudiante de arquitectura quien se percató que con la gran cantidad de papel y cartón que sobraba de sus innumerables trabajos durante un semestre podría comenzar una idea que pronto será conocida fuera de San Cristóbal.
Sencilla y sin complicaciones se atrevió a contar su innovación en su ambiente particular, sentada cerca de los árboles que adornan su Universidad decidió abrirse en 20 minutos con una notable emoción de hacer saber sus logros, no por presunción sino por la posibilidad de hacer cada vez más grande una idea que un día podría salvarnos la vida.
Tal vez su persuasión y la motivación a continuar con su proyecto, (independientemente de los premios o de los halagos) es aquello que determina su éxito, perseguida no solo por mí, sino por distintas comunidades e instituciones que quieren “comprar” su idea y generar la cultura del reciclaje a la brevedad del caso.
María confiesa que lo personal del proyecto es lo que termina atrayendo a las personas a abrir su consciencia al proceso de reciclaje, explicarles poco a poco, dando conferencias en lugares específicos e inclusive enviar vía correo electrónico las pautas del proyecto a cada individuo de una comunidad interesada resulta en una receptividad que se refleja en más de un año de efectividad en su comunidad y un par en proyecto.
Escapa de los premios y de tanto revuelo mediático por una idea revolucionaria que puede cambiar la ciudad y tal vez la cultura de reciclaje en el país, sencillamente a su manera recalca que lo importante es abrir los ojos a la cantidad de papel y cartón que se desperdicia y que con una pequeña motivación las personas pueden llegar a ser muy receptivas a esta manera de preservar el ambiente.
Su afán de hacer el entorno en el que vive más puro y la dedicación a su proyecto como estilo de vida más allá de la búsqueda de fama y premiaciones es lo que da gusto al conocer “Acacia Recicla”, sin duda alguna María Martín y su primer logro innovador están dando de qué hablar, con toda seguridad no será su último proyecto innovador y notable, ya que esta egresada del Colegio José Félix Ribas demuestra con su manera de ser tranquila pero apasionada que lo más importante para ella es mejorar al máximo el entorno en el que se mueve.
Su verdadera ambición aunque parezca ilógica es implantar su proyecto dentro de la Universidad Nacional Experimental de Táchira, lugar donde es reconocida pero por falta de tiempo y otros factores no ha podido instaurar, así como también en cada zona residencial de San Cristóbal porque según ella misma “Lo importante es construir y no destruir”.
“El ambiente y la naturaleza me llenan mucho como persona, me encanta”, es el lema de vida de María, quien no dejó de sonreír y mostrar efusividad con cada pregunta sobre su manera del salvar al planeta.

María Martín en las instalaciones de la Unet. Foto: Freddy Monsalve

Entrevista a un amante de la electrónica

En una tarde como cualquier otra, el Sr. Omar Bulaccio ofreció sus experiencias y vivencias en cuanto al mundo de la electrónica, mundo por el que se declara apasionado y siempre interesado.

En medio de un ambiente tranquilo, y acompañados con el sonido puro de un tango que se reproducía en un componente de audio de alta fidelidad y última tecnología, se llevó a cabo una conversación con aires de entrevista al Sr. Omar Bulaccio, Vendedor de profesión, y tecnólogo popular y músico en sus ratos libres y de ocio.
El Sr. Omar Bulaccio nació en la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina el 8 de mayo de 1949, en un hogar de clase media-baja. Es el hermano menor de Marthica, como el cariñosamente la llama y ambos son hijos de un padre trabajador, experto laborante del mundo cárnico Argentino, y de una madre abnegada a las labores del hogar.

Los únicos estudios académicos con los que cuenta el Sr. Bulaccio son los de primaria y fueron realizados en el colegio “Juan Ramón Jiménez”, ubicado en su ciudad natal, “antes la primaria no era como ahora, en la época en que yo la estudie era muy completa, y te permitía desde chico tener idea de qué hacer con tu vida…” agregó.


El comienzo


Al momento de salir de la primaria, el Sr. Omar comenzó su incursión en el mundo laboral de una Argentina difícil y al borde de una crisis. “Apenas salí del colegio, me hice un cursito de electrónica básica, que realmente fue muy útil y me dio la oportunidad de obtener mis primeros empleos”.
“Comencé laborando en una tienda que vendía equipos de sonido, instrumentos, radios y televisores. Al principio era solo un vendedor, pero al pasar de los meses me convertí en el técnico del local”. Sus primeras incursiones en el mundo de la electrónica se dieron con la construcción y armado de amplificadores musicales, cosa que desertó en él su segundo pasión, la música.
“Para ese momento yo era muy joven y mi pasión por la música me adentró aún más en el mundo de la electrónica. Yo era el encargado de armar los amplificadores de una banda en la que tocaba la guitarra, y si bien no diseñaba los circuitos de todos los aparatos por mí mismo, si conseguía los diseños y adquiría todos los componentes internos necesarios para armarlos, eso nos ahorro algún dinero en aquella época”.
“También aprendí a reparar radios y televisores, cosa que me ayudo significativamente durante mi juventud, pues, hacia un dinero extra al del trabajo oficial en la tienda en la que laboraba y también me permitió obtener trabajos que complementaran mi salario…” agregó Bulaccio.


Cambiando de ambiente


A la edad de 24 años aproximadamente, el Sr. Bulaccio emigró a Venezuela y se radicó en la ciudad de San Cristóbal, en donde aún vive, motivado entre otras cosas a la grave situación política y económica por la que atravesaba su país. Cuando llega a Venezuela sus prioridades habían cambiado un poco, pues aunque traía una gran cantidad de conocimientos sobre electrónica y música, se dedicaría de lleno al trabajo de vendedor de la zona andina y occidental en Resortes Vira, compañía propiedad de la familia Espinnet, quienes fueron sus vecinos desde la infancia y que emigraron de Argentina por las mimas razones.
Sin embargo, su pasión por la electrónica no dejaba de aflorar, y durante los años 70 realizó cursos de electrónica básica en el Instituto de Capacitación Técnica (ICATEC), en donde entre otras cosas, adquirió conocimientos sobre manutención y reparación de televisores a color, radio transistores de ultima tecnología y electrónica aplicada.
Durante la misma década, su fascinación y lo fácil que le resultaba la electrónica, lo llevó a trabajar como instalador de antenas repetidoras de televisión en el estado Táchira.


Experimentando y Diseñando


Sin embargo, no es sino hasta la década de los 80, cuando el verdadero ingenio sobre electrónica del Sr. Omar sale a flote, cuando diseño y construyó completamente desde cero un sistema de alarma para el apartamento en donde aún reside.
“Ese fue uno de los primeros circuitos que diseñe por completo. Esa alarma consistía en un sistema bastante simple pero muy funcional. La alarma estaba compuesta por un pulsador de pin genérico, que actuaba como detonador de una sirena tipo bomberos de 120 voltios. Además el sistema contaba con un pasador de llave cilíndrica, que eran especiales para esa época, que junto con un temporizador estaba encargado de activar o desactivar todo el sistema… La verdad era muy básico, si tu abrías la puerta de la casa y en menos de 30 segundos no pasabas la llave se desataba un escándalo bárbaro… Afortunadamente nunca se activó por las causas obvias… nunca entraron a robar gracias a Dios…”, agregó entre risas.
Otro proyecto resaltante del Sr. Omar es el de un sistema de alarma silencioso para vehículos, diseñado y producido durante los años 2004 y 2005 que funciona con un sistema de pulsador y temporizador, que de no ser pulsado en el vehículo, bloquea la corriente de la bobina del motor y por lo tanto este se detiene.
“Diseñe ese sistema de alarma silencioso para el coche por hobbie y porque realmente no me pareció complicado, aunque no te creas, al final si resulto bastante difícil de ejecutar y de instalar en el carro, porque si bien teóricamente estaba perfecto, en la práctica no andaba del todo bien, es como todo, algunas cosas pueden verse muy bien desde la superficie pero no se sabe que tan bien funcionan hasta el momento de probarlas…”.
Al preguntar sobre los métodos que utilizó el Sr. Bulaccio para diseñar la alarma de vehículos, el aseguró que “Los conocimientos de electrónica son básicos y todo aquel que los maneje puede inventar cualquier cosa, sin embargo, el internet ha sido de gran apoyo para mi, pues me permitió actualizarme en ese momento para lo que yo necesitaba… leí mucho en diferentes blogs y revistas, para finalmente descargar un programa para diseñar circuitos electrónicos en el computador, que en más o menos un mes aprendí a manejar bien…”.


“Luego de diseñar el circuito en el computador lo imprimí, compré tabletas vírgenes de plástico bañado en cobre y todos los conmutadores, temporizadores, terminales y bobinas que necesitaba, y procedí a diagramar en la tableta, proceso para el que se utilizan ácidos especiales. Después de esto, es cuestión de con mucho cuidado abrir los agujeros para los aparatos y colocarlos para luego soldarlos. Sin embargo, la mejor o peor parte llega al momento de probar el sistema, que en mi caso resulto fallar las primeras dos veces…” agregó Bulaccio.

Luego de probar el sistema y que este funcionara, el Sr. Omar Bulaccio procedió a instalarlo en el vehículo que poseía para la época, y luego de asesorarse con un especialista en electrónica automotriz comprobó que el sistema funcionaba de forma eficaz.
“Recuerdo que se me presentó la oportunidad de hacer negocio con esta alarma, pues resultaba mucho más económica que las que se encontraban disponibles en ese momento. Llegue a conversar con un instalador para producir al menos 80 unidades, sin embargo fue imposible de realizar, pues la escasez actual de productos electrónicos en el país es barbará, y solo conseguí materiales para armar tres sistemas incluyendo el que tenia instalado mi carro…”.
Seguidamente, el Sr. Bulaccio afirmó que no se siente o se define como un tecnólogo, pues “ese término es bastante grande”, y se calificó a sí mismo como “un amante y fiel seguidor de la electrónica, que junto con la música han sido mis pasiones”, dándole así un final a esta agradable conversación, que permitió conocer un poco más de la vida de Omar Bulaccio, un personaje sumamente humilde pero también hábil, y entendido de la electrónica, que logró entre otras cosas realizarse como técnico o especialista en esta área, y que decidió mantener este logro y estas habilidades para su propio disfrute y recreación.

Por: Juan Luis Figueroa Urich

Foto 1: Sr. Omar Bulaccio durante la entrevista. Foto: Juan Figueroa

Foto 2: Sistema de alarma para el hogar diseñada por el Sr. Bulaccio. Foto: Juan Figueroa

Foto 3: Sistema de alarma silenciosa para vehiculos diseñada por el Sr. Bulaccio. Foto:Juan Figueroa