lunes, 12 de octubre de 2009

crónica

El Táchira en una casa

Eran casi las 11 de la mañana cuando comenzó una visita guiada por aquel lugar, que entre paredes gruesas típicas de una casa colonial andina y un techo de tejas envejecidas soportado por robustas vigas de madera tratada, guarda los secretos más únicos, especiales y también desconocidos del estado Táchira.
Esta casa, sede de una institución dedicada a la cultura tachirense, llamada Museo del Táchira, está ubicada en la avenida Universidad, del sector Paramillo que se encuentra en la parte alta de la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado Táchira.

La primera de las salas de este museo, explica el proceso evolutivo de la raza humana y hace referencia a los primeros pobladores que se radicaron en lo que hoy en día es territorio tachirense, y se muestran algunos hallazgos arqueológicos de estos primeros habitantes.
En la sala contigua, continúa la muestra de hallazgos pertenecientes a estor primeros habitantes, y aunque están en exhibición collares, instrumentos de uso diario como piedras en forma de primitivas chuchillas, petroglifos y vasijas para almacenar alimentos, llama la atención que los hallazgos más comunes, o por lo menos, que más se ven en estas primeras salas sean las vasijas funerarias.
Sin embargo, y por el énfasis que hace el museo en estas vasijas, es necesario explicar que representan la fase final del proceso funerario de estas primeras sociedades tachirenses, que conmemoraban a sus muertos con tres ceremonias a lo largo de dos años. Luego de enterrar a un difunto envuelto generalmente en cueros animales, era desenterrado al año y sus restos óseos se acomodaban en una posición diferente y volvían a enterrarse pero a menor profundidad, para luego de un año más, desenterrarlo nuevamente y colocar los huesos en una vasija como las que se muestran en el museo, siendo este el paso final del sepulcro.
A partir de la tercera sala, es curioso como la influencia del nuevo mundo comienza a notarse en los hallazgos indígenas, pues las vasijas y otros objetos correspondientes al periodo precolombino se muestran como artículos de barro muy simples, mientras que luego de la llegada de los españoles a estas tierras, comienzan a adornarse y a fabricarse con nuevos materiales, tales como el vidrio o la cerámica.
Luego de dejar en evidencia al menos 15 expediciones arqueológicas en tierras tachirenses, dedicadas a las sociedades indígenas de estas tierras, fue hora de conocer el ala izquierda del museo, correspondiente a objetos y piezas de la época colonial y de antaño del Táchira.
En esta parte, se muestran todos los artículos con los que contaba la sociedad tachirense luego de la llegada de la civilización. Vestidos, zapatos, harapos, herramientas, vajillas de plata, y una gran cantidad de instrumentos correspondientes a la cotidianidad de aquellos años engalanan esta zona del museo, que con iluminación natural proveniente de ventanas de antaño y un polvillo que invade el ambiente incitando incluso a toser, transportan a quienes visitan este lugar a los años dueños de las piezas aquí exhibidas.
Siguiendo por el corredor de la época colonial, se llega a un espacio dedicado al quehacer pueblerino actual del estado Táchira. Vasijas de barro, artículos de cuero, modelos de alambiques y el proceso de creación del “chimó” se muestran en este lugar, que antecede a la parte del museo dedicada a las ciencias naturales.
Esta sección del museo comienza con imágenes astronómicas y artilugios para la investigación del espacio exterior, y continúa con la muestra de elementos propios de la tierra, dejando en evidencia la parte geofísica del estado Táchira, explicándose aquí los tipos de rocas más comunes en el estado y los minerales que se explotan en este rincón de Venezuela.

La sala siguiente, si bien es muy educativa puede resultar impresionante, pues cuenta con una muestra de al menos treinta especies animales autóctonas del Táchira, todas estas disecadas. Monos, distintas especies de osos como el hormiguero o el frontino se exhiben en esta ala del museo, acompañados por felinos como el popular cunaguaro, que en una posición extraña pareciera resguardar esta parte del museo.
Finalmente se encuentra una exposición temporal dedicada a las etnias indígenas venezolanas, que para la fecha tiene 22 días mostrándose al público y es con esta que se completan las 17 salas de este espacio cultural y sumamente educativo dedicado al Táchira, que como puede verse, no solo estudia la parte colonial, artística o indígena de estas tierras, sino que toma en cuenta todos los aspectos que en ellas se encuentran, exhibiendo con orgullo insectos, plantas animales y rocas que se encontraban mucho antes que cualquier humano en esta región.

Juan Luis Figueroa

Foto1: Patio interno del museo del Táchira. foto: Juan Figueroa
Foto2: Animal disecado en el museo del Táchira. foto: Juan Figueroa

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